BAILANDO JUNTOS
- cpftherapist
- May 26, 2021
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Jimena lloraba inconsolable.
HabÃa visitado cuanto médico le habÃan recomendado. Y sin embargo, ese malestar vago no la dejaba en paz. No importaba lo que comiera, el mal sabor constante en la boca, la sensación de que nada tenÃa buen sabor, no la abandonaba. Todo le caÃa mal. La sensación de hastÃo no la dejaba en paz, y no lograba explicarse ese fácil llorar por cosas que le parecÃan insignificantes. Estaba muy sensible pero no sabÃa por qué. Nada habÃa cambiado. Esa misma mañana, -me contaba por ejemplo-, no habÃa podido detener el caudal de lágrimas que rodaron incontrolables por sus mejÃas, cuando su hijo de 7 años, molesto porque no lo dejó desayunar con chocolate, le dijo que era mala, y que no la querÃa.
Jimena empezó a descubrir que lo que sentÃa era una soledad en compañÃa. TenÃa un trabajo que le gustaba, sus hijos ya estaban en edad escolar, no le faltaba nada material, y sin embargo, se sentÃa tan vacÃa… los dÃas se sucedÃan unos a otros, las semanas se convertÃan en meses; el quehacer del hogar y la rutina del trabajo lo llenaban todo. Juan, su esposo, era un padre responsable y un buen proveedor. Sin embargo, parecÃa que todo en su vida ya estaba escrito. Como un presente que en realidad ya se vivió. Como si no pudiera haber nada de novedoso, de distinto. Juan llegaba todos los dÃas alrededor de las 6 de la tarde a casa. Sin embargo, seguÃa pegado a su celular respondiendo llamadas de trabajo. Tan cerca de ella fÃsicamente como lejos emocionalmente. TenÃa un trabajo estresante, pues trabajaba en la bolsa de valores. Su dÃa empezaba 12 horas antes, ya que salÃa de la casa a las 6 de la mañana, religiosamente de lunes a sábado (visitaba clientes). Cuando finalmente descansaba, se relajaba tirándose en el sofá a ver deportes en la televisión. Los domingos también estaban predeterminados, ya que estaban destinados a visitar a los padres de ambos.
Todas las semanas eran iguales. La diferencia la ponÃan las actividades extracurriculares de Ricardito, y la vida social cada vez más movida de Rossanna, la hija adolescente.
Jimena descubrió que su relación de pareja estaba muriendo de hastÃo. Ya no habÃan flores, detalles, salidas, miradas cómplices, arreglarse para el otro, tiempo en pareja.
Una vez establecida la pareja con la que queremos pasar nuestra vida, poco a poco va menguando la emoción, las mariposas en la barriga al anticipar el encuentro con el amado, esa sensación de alegrÃa indescriptible que nos llena el sólo pensar en el otro… si no nos damos cuenta, la emoción empieza a dar sitio a la rutina.
Antes o después vienen los hijos y a ello se juntan las demandas del trabajo, y las cuentas por pagar.
Es tan fácil pasar de bailar pegado, mirando a los ojos enamorados de nuestra pareja, y viéndonos reflejados en ellos, a dejarnos arrollar por el dÃa a dÃa. Es tan fácil, en el vivir ajetreado, dejar de bailar pegado y empezar a bailar en paralelo. Estamos allà fÃsicamente, pero emocionalmente estamos a miles de kilómetros de distancia. Sumidos en nuestras preocupaciones, en nuestras obligaciones.
Silenciosamente, la distancia se va convirtiendo en un abismo. El malestar empieza a aparecer, pero no sabemos de dónde viene. Es una sensación de vacÃo, de descontento a la que no le podemos poner un nombre.
A veces ocurre un terremoto en la pareja; uno de los dos tiene un desliz. A veces el descontento se somatiza; jaquecas y otros malestares depositados en el cuerpo, pero que no tienen explicación médica empiezan a aparecer. A veces no pasa nada, y el abismo sige creciendo.
Al crecer los hijos, el abismo creado se hace muy visible. A veces para ese entonces, la distancia es tan grande que ya no se puede acortar.
La vida en pareja requiere de un acto de balanceo contÃnuo. Las distintas etapas por las que atraviesa, van creando demandas y se requieren acomodos que necesitan ser transitorios y revisados contÃnuamente.
La pareja, como cualquier cosa viva, necesita atención, cuido, nutrición, cariño, revitalización para mantenerse saludable.
La complicidad, la amistad, el amor, la atracción mutua, necesitan no darse por sentado. Siempre se puede sacar un tiempito para salir una noche, para tener un fin de semana en pareja, para conversar, para intimar. Depende de nosotros mantenernos bailando juntos y no uno al lado del otro.
Clara P Fleischer.



